Las primeras jornadas de calor agobiante trajeron aparejadas un incremento en las patologías propias de este tipo de clima. Por un lado el golpe de calor y las complicaciones con la deshidratación, y las enfermedades gastrointestinales. Con unas sencillas medidas de prevención e higiene, se pueden evitar.
Los niños son los más aquejados por las diarreas en cualquier época del año, pero sobre todo en verano. La causa principal es la manipulación de objetos contaminados o la ingesta de alimentos en mal estado. Las causas son múltiples, pero los síntomas son similares.
Fiebre, intolerancia a la comida, náuseas, vómitos y dolor abdominal. Cuando las deposiciones son muy acuosas y frecuentes, la pérdida de líquido puede llevar a la deshidratación, que sin dudas es el mayor peligro de la diarrea.
Todos deben adoptar una serie de medidas sencillas para evitar consecuencias indeseables. Primero una adecuada alimentación e hidratación. Sobre todo con agua. Permanecer en lugares aireados y frescos durante las horas de mayor temperatura. Usar ropas claras y holgadas, refrescarse el cuerpo varias veces si es necesario. Pero fundamentalmente tener hábitos higiénicos. Lavarse las manos con agua y jabón antes de tocar la comida y después de ir al baño.
Ante los síntomas de sofocación, palpitaciones, dolor de cabeza y diarreas, consultar inmediatamente al médico.