Los raidistas nicoleños Sebastián y Santiago Lassalle siguen pedaleando llevando el proyecto de la Fundación Aventurarse de La Quiaca a Ushuaia.
En su diario de viaje reseñan algunas de las vivencias que cosechan, mientras invitan a la gente a colaborar con escuela rurales.
Este sábado están en tierras sanjuaninas. De lo andado guardan recuerdos imborrables.
Santiago y Sebastián transitan tierras salteñas y en cada ocasión que pueden van completando una bitácora con imágenes esplendorosas, y textos muy descarnados. En una de ellas cuentan:
Apenas terminamos de desayunar en la vieja estación de servicios decidimos olvidar lo ocurrido la noche anterior y comenzar nuestra marcha rumbo a Cafayate. La pinta y La Cabra (nombre con el cual mi tía Sari bautizó a mi bici y que yo tomé ya que me pareció muy gracioso) esperaban ensilladas puertas afuera para ser montadas y comenzar un nuevo día de aventura.
Al salir, para sorpresa mía, encontré a “la Cabra” con una de sus gomas pinchada. No faltaron insultos al cielo antes de que me pusiera a resolver pequeño inconveniente pero la verdad que es bastante molesto y se pierde algo de tiempo.
Tomamos la ruta ya con un sol sobre nuestras cabezas que partía la tierra. Sabíamos que debíamos afrontar un largo y duro trayecto por la Quebrada de las Conchas, donde por kilómetros y kilómetros lo único que hay es un inmenso desierto.
A los 20 kms pasamos por el pueblito de Alemania, donde debíamos parar la noche anterior a no ser por la tormenta que nos obligó a frenar en “La Viña”. Para ese entonces notaba que “La Cabra” me pesaba más de lo normal, no llevaba nada más que lo de siempre pero la velocidad no era la misma de todos los días. El sol se burlaba del protector que llevábamos en nuestros cuerpos y comenzaba a picar de una manera insoportable. Para colmo de males la ruta comenzaba a subir y a lo lejos avisaba que no iba a bajar por varias horas.
Es impresionante como trabaja la cabeza en estas ocasiones. La mente siempre te da dos opciones: Al levantar la mirada te podés poner a pensar en lo lindo que va a ser disfrutar de las bajadas, una vez que hayas superado todas las subidas, o por el contrario quedarte solamente con lo que te muestran tus ojos.
Pensamientos positivos o pensamientos negativos, esas son tus dos alternativas. Tu mente puede convertirte en un ser invencible o hacerte caer ante la primera piedra que encuentres en el camino pero todo depende de vos. En aquel momento debo reconocer que mi mente me ganó.
Comencé a pensar en lo mal que había dormido, en que no había cenado ni desayunado lo que mandan los libros, que me faltaba agua, que las subidas eran interminables, que el sol nos iba a matar, que en 100 kilómetros no había nada donde parar y que sé yo cuantos pensamientos negativos más. No me había sentido así en todo el viaje; hasta llegué a pensar que no iba a llegar.
Le pedí a Santy que fuera adelante para que él marcara el ritmo y yo pudiera distraerme aunque sea con su espalda y no enfocar la vista en lo que venía por adelante...
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