Durante la madrugada del domingo nuevamente en las calles se desató la furia de quienes no saben convivir. Manos anónimas destruyeron señelática en 25 de Mayo y Garibaldi. Se trata del cartel de la parada de colectivos, que con su pesada base arrastraron media cuadra.
En un hecho repetido en los últimos tiempos, como si fuese una gracia o tal vez una osadía, las emprenden contra los carteles de la vía pública. No se trata de hecho de individuos aislados, sino de acciones colectivas, movidas por la sin razón. No es posible mensurar el daño producido. No por el costo material de la reposición del cartel, sino porque con el destrozo se pierde una norma de convivencia, un respeto por el espacio común. Lo peor es que la violación repetida parece llegar casi a la normalidad de lo cotidiano, y el desprecio hacia la ciudad de todos no termina. Lamentable.
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