Mientras la política nicoleña debate internas “a las piñas”, pretende deslumbrar con falsos anuncios y emprende obras que no se terminan, invade a los nicoleños un estado de desesperanza y resignación, que gradualmente incrementa el convencimiento de no podemos aspirar a una ciudad mejor y que debemos conformarnos con lo que tenemos.
Este desahucio generado por la mediocridad de nuestra política, incapaz de modificar la realidad, es muy perjudicial para lograr una ciudad mejor, pues fomenta una conciencia de impotencia que restringe y hasta a veces impide la acción.
Pero los nicoleños debemos saber que existen posibilidades de mejorar y hacer de San Nicolás una comunidad próspera que nos contenga a todos. Para ello basta realizar una sencilla comparación con localidades vecinas, como Ramallo, Pergamino, San Pedro, etc., que han sabido aprovechar sus ventajas y oportunidades para evolucionar ostensiblemente.
La solución no es demasiado compleja como para que rehusemos el desafío de emprenderla; sencillamente tenemos que definir una visión estratégica de la ciudad que involucre nuestra propia determinación. Y el término estratégico no nos debe asustar, pues no se trata de una construcción filosófica o socio-política compleja, sino que implica sencillamente definir “qué ciudad queremos”.
No puede concebirse un proyecto político sin un horizonte común hacia el cual dirigir las acciones –particularmente aquellas que han de producir efectos a largo plazo-, y ésta precisamente es la nota que nos caracteriza: no sabemos dónde vamos y los resultados están a la vista.
Para revertir esta tendencia inerte, sostenemos que es necesario un profundo debate de tres cuestiones elementales, que hacen a esa visión estratégica de la ciudad, como la modernización del estado municipal, la infraestructura de la ciudad, y el perfil de desarrollo económico.
Estos tres elementos, que de ningún modo son excluyentes de los deberes propios e irrenunciables del estado como la salud, la educación, la acción social, etc., constituyen las aristas básicas para definir qué ciudad queremos.
Modernizar el estado municipal implica acercarlo al vecino y sostener una recíproca y constante comunicación, arbitrar canales de amplia participación ciudadana en la toma de decisiones, transparentar ante la sociedad las cuentas municipales e interrelacionarse regionalmente con otros municipios.
La ciudad debe contar con un orden de prioridades en cuanto a la infraestructura, definir con vocación de permanencia distintas zonas geográficas asignándoles un perfil propio a cada una de ellas, hacer previsible el desarrollo urbano, recuperar los espacios públicos, etc.
Por último, en materia de desarrollo económico, es menester precisar que orientación se pretende dar a la actividad económica del partido, hacia dónde dirigimos el proyecto turístico de San Nicolás, adecuar y fomentar las herramientas de capacitación y formación de los trabajadores a las exigencias actuales y futuras, promover desarrollos tecnológicos, la agroindustria, ordenamiento de la logística, etc.
El “por qué” de este planteo, lo constituye la necesidad de un sincero y constructivo debate en la sociedad sobre estos temas, apartándolos del espurio manoseo electoral que se realiza de los mismos en épocas de campaña y que termina desvirtuando la importancia vital que tienen para nuestro futuro.
Pablo Del Litto