Policiales
22/07/2016 - 21:19:52



La imprudencia viaja en moto todos los días


En la tarde del viernes se produjo un siniestro vial en Illia y 1º de Mayo en barrio Alto Verde. En el lugar había inspectores municipales, efectivos de la Policía Local y tomó intervención la comisaría Tercera. Una moto colisionó contra un automóvil.

La información indica que por cuestiones que se tratan de establecer una motocicleta chocó contra un auto que se encontraba detenido esperando el semáforo. Habría sido en momento es que estaba rebasando a la fila de vehículos que estaban detenidos.

El médico de policía que tomó intervención luego que la víctima, una mujer mayor, fuera derivada al Hospital San Felipe, determinó que sufrió fractura de muñeca, requiriendo más de treinta días de atención médica.

A los cinco minutos del primero se produjo otro siniestro vial, que involucró una moto y una auto. Fue a pocos metros, en Avellaneda e Illia.

Este es uno de los tantos siniestros viales que se registran a diario en distintas calles de la ciudad. Alguno de los que forman parte de la crónica periodística. La mayoría no figuran en nuestros archivos.

Pero si hay algo en común, es que se producen por la imprudencia y la impericia. Por factores humanos evitables con responsabilidad y conciencia social.

Durante los momentos en que se prestó asistencia a la herida, se tomaron las fotos que ilustran la nota.

Motociclistas sin casco, cruzando el semáforo en rojo y motos sin la patente colocada. Un mix de faltas a la Ley de Tránsito que son sancionables con multas, secuestro del rodado y en algunos casos con otros castigos ejemplificadores. El Juzgado de Faltas ha adoptado una serie de medidas para que entiendan los infractores la implicancia social de sus actos reprochables. Para corregir al causante y que la sociedad vea que no hay miramiento con los que no respetan la norma. La parte de servicio comunitario se convierte en un aporte de uno para el todo.

Pero la primera responsabilidad es la de la conciencia individual. El hacer lo que corresponde por uno mismo y por el respeto al otro.

Si queremos verlo desde un punto de vista más materialista y menos ético podemos también plantearlo.

Alguna vez hablamos que el precio que paga un imprudente es con su vida sí, con la vida de otros, también, pero siempre con el dinero de todos. La asistencia sanitaria es pública, la pagamos entre todos.

El lucro cesante de un trabajador, de un estudiante, de una ama de casa, produce un quebranto que indirectamente pagamos todos.

Y si bien se puede medir económicamente cada una de estas posibilidades, y calcularlas en proyecciones que nos permiten adoptar medidas para evitarlo, hay algo que nunca tendrá precio, y es la vida humana.

Aunque mientras la imprudencia siga viajando en moto, es tan relativamente bajo, que casi se podría decir, que no vale nada.

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