La celebración central de la fiesta de María del Rosario de San Nicolás fue presidida por Mons. Hugo Santiago. En su homilía el obispo manifestó su admiración por el fenómeno mariano y tuvo palabras filiales para los peregrinos.
La salida de la imagen de la Virgen desde el lateral del Santuario para la tradicional procesión fue un momento de onda emotividad con pañuelos al viento y pétalos que como lluvia cayeron sobre la réplica que caminó por las calles del barrio para entrar entre vítores al lugar de la celebración al aire libre.
La procesión de religiosos y sacerdotes fue escoltada por Mons. Héctor Cardelli, anterior obispo de San Nicolás; y el actual pastor de la diócesis, Mons. Hugo Santiago.
La celebración fue seguida pacientemente por miles de fieles que se congregaron en el playón del Santuario, y cientos de miles por los medios de comunicación social y las redes sociales.
Hubo muchas emotivas manifestaciones de piedad al paso del carromato con la imagen de la Virgen del Rosario y de San Nicolás de Bari, patrón tutelar de la ciudad y la diócesis.
En su homilía Mons. Hugo Santiago se dirigió a todos de manera coloquial, casi fraternal, sin ayuda de papel, para interpretar esta presencia mariana desde su propia admiración. Por primera vez estaba presidiendo esta ceremonia y como lo habida dicho antes no lograba terminar de ver su alcance. Con presencia de peregrinos de todas las latitudes del país y países vecinos a los que enumeró observando sus banderas.
En especial se dedicó a pedir oración por los hermanos venezolanos, y por toda Venezuela en estos momentos de crisis.
En sus palabras comparó esta venida al Santuario Diocesano como el encuentro familiar de los domingos en la casa de la madre.
Considerando que los sacerdotes y pastores deben desde el evangelio iluminar la realidad, hizo un parangón entre ese encuentro familiar con esta peregrinación
Con un ejemplo de su vida de párroco en Entre Ríos, Mons. Santiago habló de unos de los males de nuestro tiempo. Dijo que la “falta de afecto hiere…” Y que es necesario “levantar un cambio…” para escuchar.
Consideró que vivir una espiritualidad de la comunión fraterna, en cada uno de sus partes como lo pide Francisco, ayudará a vivir cristianamente, más “que ir todos los domingos a misa”.
Dijo que “escuchar sana”, entonces, como hace María del Rosario, que nos escucha, quiere, recibe de corazón nuestras alegrías y penas, y se hace cargo; así tenemos que ser con nuestros hermanos.
Y desafió a que todos lleven a sus hogares esta premisa con un “ ¿se animan..?”
Mons. Santiago dijo que la “ternura de la Virgen es remedio de nuestra orfandad”
Y cerró su alocución con una muy sencilla y emotiva oración que fue seguida con contrito silencio, para terminar con eufóricos vítores a María del Rosario de San Nicolás.
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