El paso hacia Buenos Aires luego de haber concluido el raid más difícil del mundo, fue en San Nicolás una fiesta de colores y euforia. La gente llegó a detener a los competidores para estrecharles la mano y sacarse una foto.
Desde media mañana se fueron agolpando primero bajo el estricto control policial, y después ganando cada centímetro que los acercara más a los vehículos. Miles de personas buscaron los lugares estratégicos y desafiaron el calor para estar allí.
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