Como diseñadores en la actualidad nos encontramos ante un nuevo escenario, tenemos el desafío de ser capaces de actuar sobre un mundo en el que conviven la gráfica, los productos, los espacios, el mundo virtual, los servicios, las marcas y la gran cantidad de información.
Somos parte de un equipo colaborativo para diseñar desde una app hasta un robot, pasando por el diseño estratégico o la intervención de un espacio público y conocemos las herramientas tecnológicas, en vistas a la industria 4.0.
El diseño gráfico, que es un arte y una práctica que consiste en planificar y proyectar ideas y experiencias con un contenido visual y textual, es una de las disciplinas que más se ha adaptado a los tiempos y ha cambiado sus métodos de creación y de transmisión, en una época eminentemente visual y tecnológica.
En medio de este tiempo particularmente disruptivo, el hacer del diseñador se hizo transversal, quizás porque ya no nos centramos en un producto en particular, sino en la gente, en los problemas de la vida cotidiana, en el impacto de cada acción que emprendemos, en saber comunicar libres de estereotipos.
En esta planificación y proyección de ideas estamos inmersos como diseñadores, frente a un usuario que cambia y que está en permanente transformación, porque el mundo lo está y así el diseño evoluciona paulatinamente hacia una herramienta de transformación comercial, cultural y social.
El mundo hoy nos pide una mirada informada, interconectada, responsable de las comunicaciones que emitimos, nos pide poder vislumbrar el horizonte de una mejor calidad de vida y un mayor respeto por el entorno.
Hoy debemos entender los problemas desde toda su complejidad, abordar las soluciones de manera integral y saber que cada acción tiene su impacto, que desde nuestras comunicaciones dependen comportamientos socialmente responsables y que nuestra huella, forma parte del cambio hacia un mundo más sustentable y más humano.
Liliana de la Fuente . Diseñadora Gráfica