¿Cómo debe posicionarse el sector y sus profesionales ante los nuevos retos que nos depara el devenir colectivo como sociedad?
En la época en la que estamos han cambiado los parámetros de la acción cultural. Las formas de concepción, difusión, relación y consumo de un hecho o una acción cultural está experimentado cambios profundos en los últimos años.
El patrimonio cultural es el resultado de una construcción cultural y social y se constituye como tal entre dos dimensiones, la material y la simbólica. En esta última área es clave la intervención de los diseñadores.
La necesidad de patrimonio para representar a través de símbolos una determinada identidad –como por ejemplo la identidad nacional o regional-, da cuenta de la trascendencia de su condición simbólica.
La política cultural solamente se puede realizar con la participación de agentes relacionados con el territorio en diferentes niveles de actividad y especialización y que contribuyen decisivamente en su desarrollo social, cultural y económico.
En un entorno competitivo donde siempre se requieren resultados y la readaptación constante del proyecto, los gestores culturales son los que canalizan una adecuada gestión de los recursos disponibles para que una buena idea o un proceso creativo se conviertan en una buena acción cultural. Si partimos de esta definición, vemos que la gestión cultural no está muy alejada de cualquier otro sector empresarial.
De este modo, el papel fundamental del diseñador y gestor cultural es el de facilitador del desarrollo cultural entre el fenómeno cultural-creativo y el destinatario final aplicando ciertas lógicas de mercado para poder administrar de manera eficiente el proyecto cultural, generando canales de participación de la comunidad en la dinámica cultural del territorio.
Como diseñadores podemos comunicar y hacer visibles el prestigio, el don y la magia, manteniendo la identidad de un pueblo, haciendo una puesta en valor desde los múltiples soportes de la virtualidad, utilizando grafías, gama de colores y símbolos que identifiquen estos conceptos y hacerlos tangibles.
Los profesionales del diseño se encuentran constantemente ante nuevos desafíos producidos por los cambios constantes en nuestra sociedad, desde la debilidad de tener poco peso en el conjunto de las políticas culturales y la realidad de ser un campo de profesionalización que se ha creado de manera poco estructurada. La tecnología y la incertidumbr inciden en la tensión entre los retos que plantea una evolución tecnológica vertiginosa y su plasmación en innovación.
Partiendo de todas las premisas y dificultades expresadas hasta el momento, el diseñador en su rol como gestor cultural requiere de ciertas capacidades técnicas para poder desarrollar un proyecto artístico, cultural y comunicacional con un inmenso desafío por delante: El de tender puentes de comunicación e iluminar consensos sociales.
Liliana de la Fuente
Diseñadora Gráfica UBA, especialista en marketing digital e imagen corporativa y actualmente cursando un posgrado en Gestión cultural en la Universidad de Córdoba.