Este ataque es un hecho de gravedad institucional que pone en evidencia hasta dónde pueden llegar los discursos de odio que incitan y avalan este tipo de conductas, contrarias a toda convivencia democrática.
Desde hace meses advertimos sobre el incremento de la violencia discursiva proveniente de dirigentes de la oposición, propagada a través redes sociales y medios de comunicación afines a los sectores más duros del macrismo, que nunca pudieron asimilar la derrota electoral de 2019.
Lo que sí es nuevo, es que la intolerancia y el rencor hayan pasado el límite de las diatribas mediáticas para convertirse en un episodio de violencia política sin antecedentes contra un partido de gobierno, en la novena ciudad más importante de la Argentina.
Ahora queda en evidencia que, quienes no consiguen torcer la voluntad popular por medio de las urnas, buscarán amedrentar por todos los medios a quienes queremos una sociedad más justa, solidaria y democrática.
El repudio unánime e incondicional hacia estos sectores es la única salida para su conseguir su aislamiento político y dejarlos en el lugar del que nunca debieron haber salido: una minoría intensa que grita por Twitter.