San Cayetano nació en una familia acomodada y decidió dejar todo atrás para dedicarse al cuidado del prójimo. Ese gesto de renunciamiento y entrega fue muy valorado y tiene un lugar especial en la Argentina, donde cada 7 de agosto, en recuerdo del día de 1547 en que falleció, miles de fieles se acercan a su iglesia en el barrio de Liniers.
Patrón del pan y el trabajo, San Cayetano fue hijo del conde Gaspar de Thiene y de María di Porto. Estudió derecho en la Universidad de Padua pero desde muy joven sintió una necesidad de ayudar a los demás, sobre todo a los más necesitados a través de la fe y de la Iglesia Católica.
Apenas concluyó sus estudios comenzó a trabajar en la corte del papa Julio II, en Roma, como protonotario papal. Y durante esa práctica profundizó una vida de reflexión y filosofía.
En ese camino del pensamiento, San Cayetano creó la Asociación del Amor Divino, que tenía como objetivo enseñar a los socios a llevar una vida basada en la ayuda a los demás, especialmente a los enfermos y a los más necesitados.
Además, en Venecia fundó un hospital para enfermos terminales, donde se los cuidaba durante la última etapa de su vida. Finalmente, San Cayetano se desprendió de todos sus bienes y se los brindó a los más pobres. Estaba convencido, entre otras cosas, de que la Iglesia debía tener como objetivo primordial renovar el espíritu y fortalecer la labor misionera de los sacerdotes.
Su celebración el 7 de agosto se debe al día de 1547 en que falleció. Y en Buenos Aires habrá una jornada especial. De hecho, hace varios días hay fieles en las inmediaciones de la iglesia del barrio porteño de Liniers, en Cuzco 150.
Este año, el Santo fue trasladado afuera de la iglesia para brindar la posibilidad que todos los fieles lo saluden.
La última Misa será a las 20:00 y solo podrán entrar hasta un 50 por ciento del aforo, debido a los protocolos sanitarios.