Columna Padre Matías | Así como no hay persona que pueda mantenerse sana sin estar en paz con sus antepasados, tampoco hay posibilidades de sanidad, para una sociedad que no ha hecho un conveniente duelo con los que se fueron.
La pandemia desatada por el COVID 19, ha dejado, mas allá de la notable amnesia de la sociedad de hoy, una herida enorme, inconmensurable y profunda en cada ser humano, que se ha visto expuesto a lo desconocido, teniendo que sortear esfuerzos para cubrir necesidades básicas y lograr una estabilidad que nunca llegó. Es más, hoy estamos buscando ayudas y salidas a laberintos especialmente emocionales, los que aún, no podemos superar.
En mi andar de cada día y en el compartir de a pie con muchos, me estoy encontrando con un pedido de las personas que denota una necesidad no cubierta y pendiente: Decir adiós, darle un final a las inconclusas partidas de tantos que se fueron y no los vimos partir.
La celebración de la Misa por un difunto es uno de los actos religiosos mas convenientes y recomendados a la hora de pensar en quién cruza de este mundo, al mundo de Dios. Pero capto una gran necesidad personal de hacerlo para poder cerrar un ciclo inconcluso, dar despedida “como lo merecían”, hacer ese ritual de despedida que nunca estuvo y celebrar el funeral. Pero reitero, que mas allá de hacerlo pensando en quien se fue, hay una necesidad imperiosa de las personas por hacer lo que no le permitieron: Despedir a sus seres queridos, celebrar su funeral y dar descanso a sus restos.
Somos una sociedad que NO HA HECHO EL DUELO, porque no ha celebrado el ritual de despedida que TODO SER HUMANO NECESITA Y MERECE.
Es mi consideración, después de mas de 15 años acompañando duelos, que quien no ha hecho el ritual de despedida, mucho menos puede asumir una partida y “dejar ir”, como a veces lo escuchamos, aunque por la Fe sabemos que ya no están aquí.
Somos un pueblo herido por la pandemia, pero además sometido al dictamen de algunos pocos que, sin criterio de equidad, nos privaron de un proceso natural en la experiencia humana: Ver y despedir a nuestros muertos.
Acaso esos mismos dictadores dispusieron dispositivos con profesionales en hospitales y dispensarios para que los ciudadanos pudieran transitar la despedida sin cuerpo presente, la despedida sin ver que había o quien estaba en ese cajón?
Somos un pueblo que no esta en paz con los que se han ido, porque no los hemos despedido. En intentos aislados o fallidos se han hecho oraciones o actos conmemorativos, que poco gozaron de la identificación popular y la manifestación de un pueblo libre y necesitado emocionalmente.
Tenemos pendiente esta cuenta con los que vimos entrar en una guardia y nunca mas pudimos ver; con los que han sido llevados en una ambulancia y nunca mas pudimos ver; con los que voltearon su mirada hacia atrás cuando eran llevados en una silla de rueda como sabiendo que jamás volverían a vernos…
Son más de 100.000 desaparecidos, y muchos más! Y son desaparecidos pues nunca más los volvimos a ver, ni siquiera ya muertos.
Nos quedaremos una vez mas con las cuentas pendientes o trataremos de saldar la deuda emocional de todo un pueblo?
Nos falta corazón, además de muchas cosas más. Los que se fueron nos dejaron un gran vacío, pero también un gran desafío: Defender los derechos esenciales de una persona, como para mantenerse sano, y así formar parte de una sociedad verdaderamente saludable.
A la memoria de los mas de 100.000 desaparecidos por la pandemia de COVID 19, a los que POR NUESTRA FE, sabemos que volveremos a encontrar.