Desde hace meses que en las ciudades que rodean el Delta del Paraná se respira aire tóxico. Los imágenes de un humo espeso, que arde en la garganta y que impide la visibilidad en los caminos, inundan las redes sociales y multiplican los reclamos.
El Delta se está incendiando y el fuego devora vegetación, animales e insectos. Recordamos que además se sumaron otros complicaciones en los últimos días, cuando se debió interrumpir el tránsito en la autopista Buenos Aires-Rosario porque era imposible avanzar entre esa cortina gris.
Entre mayo y agosto, el ministerio de Ambiente recibió más de 2500 alertas por fuego en la zona que se distribuye entre Santa Fe, parte de Buenos Aires y mayoritariamente Entre Ríos.
Son incendios intencionales, pero sinergizados por otros elementos como la sequía, la bajante del Paraná y el avance de la frontera agrícola. Mientras, la ley de humedales que podría proteger este territorio está paralizada en el Congreso.