Tras conocerse el índice oficial de inflación de enero, consultoras proyectaron que en febrero estará entre el 5,5 por ciento y el 6,1 por ciento. En caso de ser así, superaría el 100 por ciento interanual.
Una de las variables a considerar será la evolución de los precios minoristas y, en ese rubro, especialmente, el aumento que viene registrando el precio de la carne.
Según datos del INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC), acumuló hasta el mes de enero un alza del 98,8 por ciento, siendo éste el mayor valor registrado desde hace aproximadamente 30 años. En caso de que finalmente la inflación de febrero sea del 6 por ciento, o más, se estarían superando los tres dígitos en el cómputo interanual, según indicó la Fundación Mediterránea.
La renovación del Programa Precios Justos busca ponerle un freno a esta escalada inflacionaria. Es una muestra de este efecto el aumento en el rubro alimentos del 3,2 por ciento mensual en comparación con el 4 por ciento del mes anterior, lo cual no significa de ninguna manera un control del problema.
Al contrario, las distintas variantes de estos controles de precios no han terminado de brindar resultados importantes, que influyan de manera notoria para que se dé un descenso de la inflación.
Los riesgos y las incertidumbres al respecto vienen de la mano de los proyectos del Gobierno en un año electoral, el control de la brecha cambiaria en el complicado contexto ambiental marcado por la sequía, sumado al pago o refinanciamiento de la deuda cuyos vencimientos son en los meses de abril y septiembre, son los motivos que pueden presagiar una nueva remarcación de precios.
Santiago Manoukian, jefe de Research de Ecolatina señaló que en el Gran Buenos Aires, la medición del IPC registrada entre la primera quincena de enero y la de febrero marcó un alza del 6,1 por ciento, consolidando el rebrote inflacionario del mes de enero.
Según informó Ecolatina, los precios estacionales se movieron un 5 por ciento (2,1 puntos menos que en la primera quincena de enero) destacado por un menor crecimiento de los rubros: indumentaria, verduras y turismo. Mientras que los precios regulados avanzaron un 3 por ciento mensual.
La categoría IPC Núcleo fue la que más creció (+7,3 por ciento). Cabe destacar que ésta excluye los precios regulados y estacionales con alto componente impositivo, explicó la consultora. Entre las principales alzas se destacan: alimentos y bebidas (+9,2 por ciento) siendo la variable determinante, el aumento del precio de la carne vacuna (+22,2 por ciento) producto del incremento de la hacienda en pie desde la segunda quincena de enero del 40 por ciento.
Sebastián Menescaldi de la consultora Eco.Go, estimó por su parte que el aumento general de precios para este mes rondará el 6,1 por ciento, lo que marcaría una inflación interanual del 102,9 por ciento.
Cabe destacar que esta consultora fue la que tuvo un pronóstico más acertado al dato oficial de la inflación del mes de enero.
Otras consultoras como MAP Economic&Business Advisors indican un aumento interanual de un 103,5 por ciento con un incremento promedio de 6,1 por ciento mensual entre febrero y diciembre.
El centro de análisis económico de Equilibra estima una inflación para el mes de febrero oscilando el 5 por ciento en tanto que para C&T sería del 5,5 por ciento.
Los estudios para el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central prevén una inflación del 5,5 por ciento para febrero, en tanto que para el primer semestre rondaría el 5,7 por ciento.
Si bien la propia inercia inflacionaria sería un factor concreto a tener en cuenta para un futuro cercano, existen otros coadyuvantes que seguramente ayudarían a mantenerla: por ejemplo los contratos que se negocian sobre los datos de la inflación anterior; los continuos ajustes de los servicios públicos que al sufrir la quita de los subsidios, tendrán influencia sobre los precios minoristas; las restricciones al dólar y las actuales y cada vez más pronunciadas presiones sindicales.
Estas circunstancias, en el marco electoral de este año, pueden llevar al Gobierno a repensar la posibilidad de un nuevo aumento del gasto social.