Uno de los principales mitos en torno al vino es que debe tomarse a una temperatura de entre 12°C o 18°C. También se cree que no debe ser diluido con soda o agua. Sin embargo, lo cierto es que históricamente, los ciudadanos argentinos y uruguayos acostumbraban a tomar el vino diluido a los fines de bajar su graduación alcohólica, luego de que llegara al puerto con más de treinta días de viaje encima y a una temperatura superior a los 30°C.
Es por ello que el sommelier Di Giacomo plantea la necesidad de romper las convenciones tan estrictas en torno al consumo del vino para acercarlo al consumo masivo. “Hay que sacar al vino de ese lugar de entronización y bajarlo al mundo común. Hay que romper con la idea de que uno tiene que agarrar una copa de vino y saber el año, la uva, la madera del barril. Todo eso es mentira, es muy subjetivo”, sostiene.
Desmitificar el consumo de vino y volverlo una actividad accesible para todo público podría contribuir a que aumente la cantidad que es bebida hoy en día.
Actualmente, se toman tan solo 22 litros per cápita, mientras que, en la década del 70, se llegó a consumo en el país hasta 90 litros. Esta retracción en el consumo se debe en buena medida a la representación de la bebida nacional como algo snob, que derivó en que los jóvenes lo reemplazaran por la cerveza.
Fuente: eldiarioar.com