La Universidad de Buenos Aires (UBA) define a la ciencia política como la disciplina que “se aboca al estudio y el análisis de las relaciones de poder entre la autoridad y los individuos, los grupos, y las organizaciones; y las estructuras, procedimientos y procesos a través de los cuales se llega a las decisiones y se desarrollan las interacciones entre los diferentes sistemas políticos”.
Por eso, agrega, la carrera de Ciencias Políticas “se centra en la teoría y la práctica del gobierno y la política a nivel local, estatal, nacional e internacional”.
También, recalca la UBA, a “comprender el funcionamiento de instituciones, prácticas y relaciones que constituyen la vida pública y los modos de investigación que promueven la ciudadanía”.
Por qué se conmemora hoy 29 de noviembre el día del politólogo
En mayo de 2015, el gobierno promulgó la Ley 27.131 que en su artículo 1º establece: “Declárese el 29 de noviembre de cada año como el Día Nacional del Politólogo/a en homenaje a la fecha del fallecimiento del politólogo argentino Guillermo O’Donnell”.
Antes de entrar en la notable trayectoria de O’Donnell, puede decirse que si bien el término politólogo se otorga a quienes se han graduado en ciencias políticas, también suele usarse en aquellas personas que, más allá de sus estudios, son expertos en política y sus conocimientos.
Muchos sociólogos, economistas o historiadores suelen ser escuchados como politólogos recibidos. Aunque junto a Guillermo O’Donnell hay muchos otros politólogos graduados notables que dio nuestro país como Atilio Borón. José Nun, Juan Carlos Portantiero, Ernesto Laclau, Andrés Malamud, Natalio Botana, Julio Bárbaro y Hernán Brienza entre muchísimos otros.
Pero en el día de los politólogos, es imposible no referir a la figura de Guillermo O’Donnell. Considerado como uno de los politólogos más notables de Argentina en la historia, nació en Buenos Aires en 1936 y en 1956 se graduó de abogado por la UBA. Entre 1972 y 1974 fue profesor en la Universidad del Salvador.
Luego inició su actividad académica en Estados Unidos. Tras obtener el PhD (doctorado) en Ciencias Políticas por la Universidad de Yale, Estados Unidos (1984), se incorporó a la Universidad Notre Dame (1983-2006), siendo director académico del Kellog Institute, que depende de esa casa de estudios.
Además, dio clases en las principales universidades del mundo, integró la Academia Americana de Artes y Ciencias y recibió varias distinciones, entre las que destacan el premio de la Asociación Internacional de Ciencia Política (de la que fue presidente), ser nombrado Doctor Honoris Causa de la UBA, el Premio Konex y declarado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.
Padre de los periodistas María y Santiago O`Donnell, y hermano del historiador Mario Pacho O`Donnell, volvió al país en 2009.
“El derrotero de O’Donnell lo muestra como un intelectual a la vez desafiante y constructor. Su producción ha estado, por un lado, destinada a remover críticamente varios cimientos del saber convencional y, por otro, sus aproximaciones no solo han generado un interés inmediato en la comunidad politológica sino que han construido un bagaje teórico y conceptual nuevo, produciendo en definitiva grandes avances en la construcción del conocimiento social y político”, describe Martín D`Alessandro, investigador del CONICET-UBA, en Sobre la democracia, la agencia y el Estado. Algunas notas a partir de la teorización de Guillermo O’Donnell.
En los años 90 desarrolló el concepto de democracia delegativa con el que nombró a los regímenes institucionalmente débiles, con un poder ejecutivo muy centralizado. Para O`Donnell, estas no son democracias totalmente representativas.
De este período se destacan sus libros Contrapuntos: ensayos escogidos sobre autoritarismo y democratización (1997), Pobreza y desigualdad en América Latina (coeditado, 1999), La (in)efectividad de la ley y la exclusión en América Latina (coeditado, 2001).
Su último libro Democracia, agencia y Estado. Teoría con intención comparativa (2009-12), rescata la figura del ciudadano como agente, rol que implica tantas responsabilidades como derechos.
En su última entrevista con la Revista Ñ, en 2011, explicó el concepto. “Si a mí se me da el derecho, no solo a participar libremente de reuniones y opinar, sino también a elegir y, sobre todo, a intentar ser electo, se me está diciendo, de una forma legalmente sancionada, que yo soy un agente: tengo la capacidad cognitiva y moral, salvo prueba en contrario, de participar en la toma de decisiones colectivas eventualmente respaldadas por la coacción del Estado. Ese es el núcleo fundamental de la democracia”.
Agregó: “a nosotros, como ciudadanos, nos corresponde desarrollar y potenciar eso: actuemos como agentes, es nuestra responsabilidad y nuestro derecho”.
Fuente: clarin.com