Por Nicolás Pastocchi
Mucha agua ha corrido en la vida de Sol Amaya desde que se llevó la medalla de oro en los juegos olímpicos de la juventud allá por 2018. De hecho, hasta su apellido se modificó. El hartazgo del alto rendimiento, los vicios del deporte amateur, una beca a USA que no se terminó concretando, demasiado. Lo único que no cambió fue su forma de remar.
El año pasado, en noviembre, se consagró campeona argentina, demostrándose a sí misma que podía volver al remo después de dos años. Y disfrutándolo. En febrero se confirmó su vuelta a la selección Argentina y de ahí en más no paró.
Por condiciones, entrenamiento y fundamentalmente, las ganas de volver a remar, Sol se ganó un lugar en el preolímpico que se disputó en Brasil el fin de semana pasado. La tarea no era sencilla, pero ella brilló. Fue segunda en la serie para, luego, finalizar tercera la final del sábado.
Pero lamentablemente, había sólo dos plazas por Comité Olímpico. El doble par femenino, compuesto por Sonia Baluzzo y Evelyn Silvestro, ganó su final; mientras que doble masculino, Pedro Dickson y Alejandro Colomino, fue segundo. De esta forma, ellos obtuvieron los pasajes a París 2024.
A un paso, sólo un paso le faltó a Sol Amaya para conseguir un pasaje a los Juegos Olímpicos. Eso hubiera coronado su regreso, más allá de París, lo importante, lo mejor de todo, es verla en el bote. “Un tercero puesto que vale oro. A cuatro meses de volver a la selección, esto no termina acá”, escribió Sol en sus redes. Y claro que no, la magia está intacta.
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