Por Obispo Monseñor Hugo Santiago
Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Lc 24,35-48)
“En aquel tiempo los discípulos contaron lo que les había ocurrido por el camino y como habían reconocido a Jesús al partir el pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: ‘Paz a ustedes’. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo. ‘¿Por qué se alarman? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona. Pálpenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ‘¿Tienen algo de comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: ‘Esto es lo que les decía mientras estaba con ustedes. Que todo lo escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos acerca de mí tenía que cumplirse. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: ‘Así estaba escrito; el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Realismo
Este es el texto evangélico referido a las apariciones de Jesús resucitado que más me impresiona por el realismo: “miren mis manos y mis pies” -las cicatrices de los clavos son una prueba de identidad-, “pálpenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo ¿tienen algo de comer? Después les recuerda que su muerte y resurrección estaban preanunciados por los profetas y por Él mismo. Dios ve el futuro.
Buena noticia para nosotros
La sorpresa de los discípulos es entendible también; la resurrección del Hijo de Dios es algo imprevisible e inaudito que sólo Dios puede hacer, pero incluso de esto Jesús había dado signos en su vida pública cuando resucita a su amigo Lázaro. Por otra parte, anunciar de manera anticipada lo que ahora se constata como cierto es también cualidad sólo reservada a Dios o a aquel al cual Dios le regala esa capacidad. Por donde se la mire, la escena expresa realismo y verdad y es una muy buena noticia para nosotros; hechos hijos de Dios por el bautismo: la muerte es sólo la finalidad biológica de una persona que puede vivir con su biografía en otro modo de vida personal donde vive Jesús resucitado, la Virgen Santísima y los santos, a la cual llamamos “trascendente”.
Hijo, hermano y señor
Sin embargo, la palabra “resucitados” no significa solamente esa realidad que esperamos los creyentes más allá del final biológico de la vida que aquí vivimos; el Resucitado expresa al hombre nuevo que tiene como misión crear una nueva civilización. La identidad de ese hombre nuevo que recibimos en nuestro bautismo y es la más profunda de nuestra persona, se puede expresar sintéticamente como: “hijo, hermano y señor”. “Hijo”, significa que todo lo que teneos es recibido, vida y salud con las cuales hacemos el resto ¿alguna duda? y a ese que nos ha dado todo, como Jesús, le llamamos “Padre”. Por eso la actitud correspondiente consiste en dejar de vivir como si Dios no existiera, dialogar con Él y buscar su voluntad cotidianamente meditando su Palabra en el Evangelio. Lo normal de un hijo es dialogar cotidianamente con sus padres y confiar en ellos. “Hermano” significa pasar del “yo” al “nosotros”. El “cuídate” que expresamos habitualmente como una palabra de afecto con los amigos cuando nos despedimos, podría mejorarse diciéndonos: “cuidémonos”, con el significado de cuidarnos los unos a los otros. Finalmente, el tercer rasgo de la identidad de todo hombre que nos muestra Jesús resucitado es “señor”. Todo hombre está llamado a ser “señor de las cosas”, el dinero es para el hombre, no el hombre para el dinero; el trabajo es para el hombre, no el hombre para el trabajo, primero está la dignidad de persona humana. Esa dignidad es evidente e inalienable, por eso nos duelen las personas en situación de calle, los abuelos abandonados, los niños abusados, las personas que por el ajuste económico no llegan ya a fin de mes. La canasta familiar, la cobertura de salud, mandar los chicos a la escuela, requerirían un salario mínimo de ochocientos mil pesos y los sueldos básicos están en trescientos mil o cuatrocientos mil: imposible vivir mucho tiempo así. Es verdad que la situación actual a nivel nacional es consecuencia de la corrupción política de muchos años; hay que hacer un Estado más chico porque el que teníamos es imposible de sostener y lo pagamos los ciudadanos, sólo hay que hacer eso cuidando a los más vulnerables. La llamada a vivir como resucitados es poner las cosas al servicio de la dignidad de las personas. Como hijos, hermanos y señores, podemos construir una nueva civilización en la cual le demos lugar a Dios como Padre, tratemos a los demás como hermanos, y pongamos las cosas al servicio de la dignidad de toda persona humana. Buen domingo.