Interes General
04/08/2024 - 08:38:32



Un pan para el cuerpo y otro para el alma


Por Obispo Monseñor Hugo Santiago

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Marcos (Mc 6, 24,35)

“Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no estaban en el lugar donde el Señor había multiplicado los panes, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. ‘Maestro, ¿cuándo llegaste?` Jesús les respondió: ‘Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es Él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello’. Ellos le preguntaron: ‘¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?’ Jesús les respondió: ‘La obra de Dios es que ustedes crean en Aquél que Él ha enviado’. Y volvieron a preguntarle: ‘¿Qué signos haces para que veamos y creamos en ti? ¿Qué obras realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: ‘Les dio de comer el pan bajado del cielo’. Jesús respondió: ‘Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo: mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo’. Ellos le dijeron: ‘Señor danos siempre de ese pan’. Jesús les respondió: ‘Yo soy el pan de Vida. El que viene a mí jamás tendrá hambre; el que cree en mí jamás tendrá sed’. Palabra del Señor.

El relato del Evangelio continúa la narración de la multiplicación de los panes que comenzó el domingo pasado y se centra en el diálogo que tiene Jesús con aquellos que comieron los panes y los peces multiplicados milagrosamente. Jesús les reprocha que lo hayan seguido porque les llenó la “panza”, y no porque hayan creído que Él es el Hijo de Dios. Entonces le preguntan: “¿Qué signos haces para que creamos? Jesús les dice: “Yo soy el Pan Vivo bajado del cielo? Le responden: “¿Qué tenemos que hacer? Y Jesús les responde: “crean”.

El alimento del alma

Ciertamente que la multitud seguía a Jesús por sus milagros, pero también por la atracción de la bondad de su persona y sus palabras que los cautivaban, por esa razón se les pasó la hora, se les hizo de noche y casi no se dieron cuenta. Es evidente que las palabras de Jesús eran un alimento que les llenaba el alma. Lo sabemos, hay un hambre y una sed espirituales, que son un hambre y una sed de verdad, de justicia, de amor, de sentido, de consuelo; hay un hambre y una sed de ser amados, de ser significativos para alguien, de sentir que alguien nos piensa y se preocupa por nosotros, nos cuida y nos guía. Se trata de un pan que no es material ni sacia el estómago, pero del cual tenemos un hambre y una sed tal vez mayores que del pan y la bebida material. Ese pan nos llena el alma, nos sacia y nos da felicidad. Cuando Jesús se presenta como “el Pan de Vida”, o “el Pan del Cielo”, nos está diciendo que Él es el único que puede saciar esa hambre y esa sed del alma que toda persona tiene, que es muy profunda y tiene mucho que ver con la alegría y la felicidad.

“Comer” es escuchar

Un filósofo definía al hombre como el ser “capaz de Dios”. Si la palabra de Jesús es el alimento de la dimensión superior de la persona –que llamamos “alma”-, alimentarse es “escuchar”. De allí la importancia de leer –aunque sea diez minutos cotidianos-, y tomar como guía para nuestra vida un trozo del Evangelio. Poco a poco iremos experimentando que la Palabra de Jesús tiene una densidad que no tiene ninguna palabra humana y es capaz de ser luz de nuestros ojos, fuerza de nuestros pasos, remedio de nuestros males, auxilio en toda necesidad. La palabra de Jesús nos da fuerza para consolar como somos consolados por Él, va introduciendo sus valores en nuestro corazón para que actuemos como Él; además veremos como cuando dos o más escuchamos a Jesús, comenzamos a entendernos, a tener sus mismos sentimientos, a tener capacidad de resiliencia, de reconciliación, y poco a poco nos vamos sintiendo amigos, más aún, hermanos. Por eso Jesús es también el alimento de nuestros vínculos, sobre todo porque es el Amigo que no falla y por eso nos hace creer y hace posible la amistad con quienes nos rodean. Buen domingo.

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