El 25 de agosto ha sido designado como el Día Nacional de Ayuda a la Persona con Autismo en Argentina, con el objetivo de elevar la conciencia sobre la importancia de la integración de las personas autistas en la sociedad.
Esta fecha busca fomentar una mayor comprensión y apoyo hacia quienes viven con Trastorno del Espectro Autista (TEA), una condición que afecta la capacidad de interactuar y comunicarse socialmente.
El autismo, que puede presentarse con o sin retraso intelectual, generalmente se detecta alrededor de los 18 meses de edad. Aunque no existe un examen médico específico para diagnosticarlo, la condición se evalúa a través del comportamiento y el desarrollo del niño. El autismo es una discapacidad del desarrollo permanente que se manifiesta durante los primeros años de vida, derivada de un trastorno neurológico que impacta el funcionamiento del cerebro.
Los signos tempranos del autismo incluyen retrasos en el desarrollo del lenguaje, dificultades en la interacción social, y comportamientos repetitivos. Sin embargo, algunos niños pueden no recibir un diagnóstico hasta más adelante en la adolescencia o adultez, lo que puede demorar el acceso a ayuda temprana crucial.
Los Trastornos del Espectro Autista abarcan afecciones como el autismo, el síndrome de Asperger, y el trastorno desintegrador infantil. Estas condiciones se caracterizan por dificultades en la comunicación, interacción social, y patrones de interés restringidos y repetitivos. El nivel de funcionamiento intelectual varía ampliamente entre las personas con TEA, con aproximadamente el 50% también presentando alguna discapacidad intelectual.
La detección temprana de los TEA es complicada antes de los 12 meses, pero suele ser posible antes de los dos años. Las señales de alerta incluyen la falta de respuesta al nombre, la ausencia de juego imaginativo, y dificultades en el desarrollo del habla y del lenguaje.
El papel de los padres es fundamental en el apoyo a los niños con autismo, asegurando el acceso a servicios sanitarios y educativos, y proporcionando un entorno de apoyo y estimulación. Las intervenciones tempranas y el tratamiento adecuado, realizados por un equipo interdisciplinario, pueden mejorar significativamente el pronóstico y la inclusión social de los niños con autismo.