En nuestras comunidades celebramos el tiempo de Navidad, y es una oportunidad para propiciar pequeños signos que nos evocan el misterio del nacimiento del Niño Dios.
El Niño Mesías nace en la noche como luz de las naciones, y desde su pequeñez y pobreza elige nacer entre los pobres de las afueras; en esto tenemos un signo que leído en nuestro contexto, la comunidad aprende y se convierte como comunidad de vida.
Otro ejemplo de estos relatos míticos es la gruta en la que nace el Niño Dios. La cueva representa el centro de la Tierra, lo profundo del corazón humano donde se comprende el misterio de la vida, el lugar del afecto y la sabiduría. La estrella y la gruta representan al Cosmos como testigo silencioso del Cristo naciendo como Cuerpo Sagrado en el Mundo.
María, la Virgen Madre es signo femenino de la presencia de Dios Creador y nacido en la Naturaleza y la Historia.
El clima de cordialidad comunitaria y festiva que podemos crear, es de encantamiento con estos signos y relatos que nos son dados para vivir con fe y sentido de amor.
Como esta copla que rescató Sixto Palavecino
“María soñé que tu Niño,
que Jesús de Nazareth,
había nacido en mi pago,
¡qué hermoso sueño soñé!
Te traigo leche de cabra
y al burrito alfalfa azul
también un pan de algarroba
para el niñito Jesús.”