HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA
La lucha no violenta
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (Lc. 6, 27-38)
“Jesús dijo a sus discípulos: Yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Al que te peque en una mejilla preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames.
Han por los demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿Qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores.
Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.
Amen a sus enemigos, han el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque Él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará con ustedes”. Palabra del Señor.
“Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen…”, esta palabra que Jesús puso en práctica en la cruz - porque Él no nos pide nada que no haya puesto en práctica primero -, parece imposible de cumplir para nosotros.
A lo sumo decimos: “admirable, no imitable”. Sin embargo, si lo pensamos un poco, se trata de una sabiduría divina que se expresa en una lógica de pacificación de la sociedad contra una lógica que violenta cada vez más la relación entre las personas hasta hacer insufrible el vivir juntos. Lo hemos oído muchas veces y sabemos que es así: la violencia engendra violencia, de esa lógica resultan las guerras, la inseguridad social, la grieta entre personas y clases sociales, etc.
Conocemos en cambio la “lucha no violenta” que, por ejemplo, lideró en Sudáfrica Nelson Mandela en el “apartheid”, una política de segregación que dejaba a la raza negra marginada a pequeños territorios, sin poder participar de eventos y derechos comunes.
La lógica pensada y utilizada como estrategia para hacer valer los propios derechos, fue la “no violencia”, no pagar con la misma moneda el desprecio y la marginación provocada. Los blancos castigan y matan a los negros pero estos responden pacíficamente.
Con esa lucha no violenta en la que tantos murieron víctimas de la violencia racial, renunciando a responder con violencia, Mandela y sus seguidores no sólo consiguieron la igualdad de derechos sino la autonomía e integración mundial como país.
Diríamos que los costos fueron altos pero el objetivo de la integración en la igualdad de derechos, se cumplió. Para quienes sean animadores de esta lógica pacificadora ante los nuevos y actuales modos de violencia social, Jesús, en el Evangelio de hoy les promete: “La recompensa de ustedes será grande en el Reino de los cielos”.
Monseñor Hugo Norberto Santiago.