El avistamiento lo hizo un par de paseantes, que de inmediato dieron aviso a las autoridades del lugar. Se dispuso un operativo para que la boa fuese retirada del árbol donde se encontraba. El ejemplar de aproximadamente 150 cm de largo fue devuelto a un lugar más reservado del Parque Rafael de Aguiar.
Cuando más calentaba el sol de la tarde la ribera del Yaguarón, dos curiosos entre las ramas del sauce descubrieron los ojos de la lampalagua. La boa constrictora estaba apacible y no se inmutó ante los gritos de euforia mezclados con temor. La siesta era la sobremesa de algún bocado recientemente engullido.
Según el guardafauna Alejandro Martínez Ponte, “la lampalagua es inofensiva. Habita el norte del país, y probablemente haya llegado a nuestras costas en algún camalotal. Se alimenta de pequeños roedores y pájaros. Es un “bichito” muy útil en este tipo de ecosistema”, agregó.
Enseguida los curiosos oteaban entre el follaje las marcas simétricas en su escamosa piel. Improvisaban fantásticas historias de su llegada y la rebautizaron con los nombres de alejados parientes ofidios. Para controlar que no haya desórdenes, el suboficial Garrido y el oficial Kurzmann del GAD, guardaban con recelo el perímetro para que trabajaran los bomberos.
Las maniobras las llevaron adelante en lo alto del sauce, donde la boa intentaba guarecerse y luego escapar. Una vez atrapada quedó a la vista de los curiosos quienes la retrataron y exageraron el metro y medio de largo que tenía. La fuerza de sus anillos constrictores. El valor ante la enemiga sometida.
Martínez Ponte sugirió que la visita fuese dejada en un lugar reservado del Parque Rafael de Aguiar, para que pueda vivir el equilibrio natural de su existencia. “No es de temer”, reiteró para dejar tranquilo al ocasional público que gratuitamente pudo presenciar el salvaje espectáculo. “Habrá que acostumbrarse”, agregaba mientras gentilmente los echaba. Es que sabe que no es para tanto escándalo ver de vez en cuando este tipo u otro de reptil, más ahora que la creciente hará propicia y repetida la escena.
Homenaje a Raúl Carnota a beneficio de la Casa de la Música