La mayoría de los que opinaron en la encuesta de EL INFORMANTE, coincidieron que 2009 fue un año que “pasó rápido” y que muchos quieren “se termine pronto”. Son las sensaciones de una vida cargada de acontecimientos, de agitaciones, muchos de los cuales no retenemos por una cuestión de práctica salud mental.
Algunas teorías indican que concentramos en bloques temporarios la mayoría de nuestros pensamientos, para poder ordenarlos, y también por una cuestión de gusto y preferencia. Es así que hay tiempos en nuestra vida que parecen atesorar los mejores recuerdos. La reminiscencia es un proceso no siempre voluntarios, que nos diferencia de la rutina diaria, esa que provoca que el tiempo se expanda o se contraiga de acuerdo a nuestro bienestar.
Los 365 días del año, duran 24 horas, desde hace mucho, y por más que se cambien los husos horarios, seguirá así por muchos rato. Los absorbidos por al rutina, los que se sorprenden sólo de vez en cuando, los que no le sacan el jugo a las cosas, son los que tienen la percepción de un pasado vertiginoso, y a veces de la necesidad de que se termine pronto el presente. Como si la magia del 31 de diciembre al 1 de enero abriera la llave de un tiempo de Osías “tiempo pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Por favor, me lo da suelto y no enjaulado adentro de un despertador”.
Homenaje a Raúl Carnota a beneficio de la Casa de la Música