Frecuentemente se afirma que los chicos no leen.
Si bien esta reflexión es cierta, lo es sólo en parte, ya que no leen lo que leíamos los adultos hace unos años atrás.
El poema del Mio Cid, Pulgarcito, La vuelta al mundo en ochenta días, entre una de las fantásticas obras de Julio Verne, eran lecturas propias de otra niñez.
Hoy por hoy se deberán agregar, a los de antaño, otros textos, que no necesariamente deben ser los escritos en papel.
Las nuevas pantallas, del televisor, del cine y de la computadora, a las que los niños están muy acostumbrados, dan lugar a otras formas de leer que tendrán que ser tenidas en cuenta en la escuela y en el hogar para no profundizar la brecha entre lo social y lo escolar.
Beatriz Sarlo se pregunta ¿cómo se forma un lector? O mejor aún, ¿es posible formar un lector? Además, ¿un lector de qué?
Si creemos que leer es decodificar un texto escrito, se acotará la concepción de lo que es ser lector. Si, en cambio, partimos de la idea que no sólo se leen libros, sino que también hay otros textos propios del mundo actual, ampliaremos la definición.
El hipertexto es una de las figuras de esa nueva textualidad. Se caracteriza por su no-linearidad y por su potencial discontinuidad y le propone al lector que él mismo lo organice. Entre el orden y el desorden será descifrado como una figura cambiante, como un espacio semántico a construir.
Leer en la escuela
Algunos autores afirman que es fácil saber cómo se forma un lector de libros técnicos, de divulgación histórica, de autoayuda o best-sellers, lo difícil es saber cómo se forma un lector que soporte la incertidumbre y la complejidad.
Una de las maneras sería pensar otras lecturas en la escuela.
Ines Dussel plantea que actualmente se está trabajando en educar la mirada. La primera cuestión es no suponer que las imágenes producen el efecto buscado. Una de las formas sería trabajar la lectura atento a lo que de la imagen queda por fuera de las palabras. Hay que darse un tiempo de trabajo con las imágenes, enseñando a pensar en la especificidad de ese lenguaje, en la historia y en la sociología de esa técnica, en la construcción de estereotipos visuales, en las emociones que se activan con la imagen, en los saberes y lenguajes que se convocan al acto de ver. Todo eso implica traer a escena la sensibilidad, y no sólo lo racional - intelectual.
Todo lo que llega a la mayoría de los chicos en estos días, es por medio de imágenes. Una escuela que intente formar para las sociedades actuales debe dar herramientas para decodificar ese nuevo lenguaje icónico
El arte podría ser un complemento ideal para pensar cambios curriculares desde dentro y la escuela el espacio que provoque el cambio. Por qué, por ejemplo, sólo trabajar con películas ya realizadas, en vez de filmar un video con los alumnos, armando escenas escritas y actuadas por ellos mismos.
Los chicos leen. Leen otros textos, otros formatos. Será cuestión de aprender a mirar con ellos y por ellos.
Esto requiere de un gran esfuerzo de toda la comunidad educativa, padres, docentes y directivos, asumiendo la difícil tarea de formar lectores del mundo de hoy que no es más ni menos que educar.
Carina Cabo de Donnet
Pedagoga
www.carinacabo.com.ar