En la noche del jueves se produjo un ilícito que tuvo como víctima a una mujer. Un joven aprovechó el descuido de la señora al ingresar a su casa, y la sorprendió llevándola algunos pocos pesos, pero dejándola con un gran susto.
Para la crónica policial en la noche del jueves una mujer llegaba a su hogar, en la zona sur de la ciudad, aproximadamente a las 20:30.
Llevaba sus manos ocupadas con carpetas, con lo que al franquear las puertas de su casa caminó unos pasos para dejar la carga sobre una mesa, y al darse vuelta encontró a un extraño amenazándola.
Le exigió nerviosamente el dinero que llevaba, amenazándola con un cuchillo, lo tomó y huyó raudamente.
La atribulada mujer pudo indicar que se trataba de un joven, que se desplazaba en una bicicleta de determinadas características. Y se lamentó por su falta de atención que le acarreó este disgusto.
En cuanto al “modus operandi” de los delincuentes que cometen este tipo de atracos es similar. Elijen a las víctimas al voleo, o sea que recorren distintos barrios hasta que ven a un vecino abriendo la puerta para ingresar a su casa y lo abordan sorpresivamente. Actualmente, la mayoría de las víctimas de los robos de “entraderas” son elegidas al azar, cuando los ladrones ven la oportunidad al cruzar por una vivienda.
Es por eso que se han cambiado los hábitos en ciertos vecindarios. Antes de ingresar a la vivienda se espera que no haya movimientos extraños. Se avisa por teléfono a alguien para que abra y cierre portones y puertas. Se coordinan horarios para el ingreso de vehículos al garaje, o sacar la basura.
Y cada vez más se multiplican la instalación de alarmas comunitarias. El sistema brinda mayor seguridad a los vecinos, pero principalmente teje una red de protección, con el intercambio de teléfonos, y la comunicación efectiva entre los habitantes de una cuadra.
Homenaje a Raúl Carnota a beneficio de la Casa de la Música