Los cambios de temperatura o las precipitaciones son una de las causas que hacen sentir dolor en los huesos, sobre todo en las articulaciones y extremidades, como el pie o la rodilla. Por ello, es importante reducir las molestias ocasionadas, sobre todo en cambios estacionales.
Por qué duelen los huesos
Siempre se ha atribuido el dolor de huesos a la humedad o a factores ambientales. Sin embargo, detrás de este tipo de dolencias, se encuentran otras como las patologías asociadas al reuma o a la artritis, artrosis, tendinitis, cervicalgia, lumbalgia o síndrome fibromiálgico. Si bien es cierto que el frío y los cambios climáticos acentúan el dolor.
Reducir las molestias
Muchas personas, ya sea por causas patológicas o bien, por fractura de hueso o osteoporosis sufrirá dolores, que se acentúan en las articulaciones, en los cambios estacionales. Para reducir las molestias aplicaremos friegas con alcohol en la zona donde nos duela. Esto aportará calor y atenuará los síntomas.
Además, podemos aplicar más calor en la zona afectada si anudamos un pañuelo o paño tras aplicar el alcohol. También se puede acompañar de aplicaciones directas de calor en la zona, como utilizando un secador o una bolsa de agua caliente, para atenuar el frío y hacer que el calor prevalezca en esa zona.
Prevenir el dolor en los huesos
En caso de tener una patología asociada al dolor de huesos, para reducir las molestias y prevenir que aparezcan conforme más avanzada sea la edad, dependerá en gran medida de la dieta que sigamos. Así pues, durante la infancia será recomendable consumir alimentos ricos en calcio y vitamina D, incluyendo derivados lácteos, pescados, frutas y verduras.
Además, para reducir las molestias deberemos evitar alimentos ricos en sal o los excesos de la misma, hacer ejercicio ligero de forma habitual, como pasear a andar durante, por lo menos, media hora varias veces a la semana. También se puede optar por hacer gimnasia acuática o ejercicios de bicicleta estática o ciclismo.
Es importante a su vez tomar el sol con precaución y un tiempo limitado, evitando de esta forma exposiciones prolongadas. Esto contribuye a que se sintetice vitamina D en nuestra piel y sea correctamente asimilada por los huesos, además de fortalecer a su vez, el sistema inmune.