Lo recomendado es armar una mesa equilibrada y servirse porciones chicas. Hay que elegir alimentos poco grasos y reducir los acompañamientos como el pan.
Aunque los nutricionistas se cansan de señalar que no es necesario esperar al lunes para cuidarse, en materia de dietas el “empiezo mañana” manda. Lo ideal, sin embargo, es evitar los excesos y elegir comer sano en cada oportunidad.
Los días previos a los festejos es recomendable consumir alimentos que otorgan saciedad, con baja densidad calórica (menos calorías en más volumen), indica Rosana Viscovig. Esto se logra “incorporando alimentos ricos en fibra y agua como las verduras, frutas, cereales integrales y alimentos proteicos como las carnes magras y los lácteos descremados”.
Al momento de festejar debe evitarse la sobreabundancia de alimentos. Hay que revisar la costumbre de que cada integrante de la familia aporte una comida y evaluar si realmente es necesario, ya que después sobra y el menú navideño permanece en los platos los días subsiguientes. “A mayor cantidad y tipo de comida, más ingeriremos”, señala Viscovig.
En la mesa navideña es recomendable mantenerse alejado de algunos alimentos “saboteadores” de la buena silueta. “El lechón, las entradas y ensaladas con abundante mayonesa, y la sobremesa de frutas secas y confituras” son las opciones más calóricas del menú, indica Karen Cámera, nutricionista deportiva.
La mesa dulce es peligrosa, ya que los frutos secos (nueces, almendras, avellanas) son alimentos hipercalóricos debido a su alto contenido graso. Cuatro nueces, por ejemplo, tienen 180 calorías, y una rodaja gruesa de pan dulce (bien provisto de frutas secas y abrillantadas) alrededor de 650.
Cuando llega la hora del brindis también hay que estar alerta. “Los champagnes más dulces aportan cerca de 170 calorías por copa (150 cc), por eso es preferible consumir los más secos que tienen alrededor de 100 calorías”, recomienda Cámera. Además, “tomar alcohol hace que se pierda el control sobre lo que se come”, apunta Viscovig.
Claro que planear unas Fiestas saludables es posible, sólo se trata de hacer unos retoques en el menú tradicional. “Las entradas deben ser de fiambres magros (pavita, jamón cocido natural, lomito de cerdo), los aderezos con mayonesa reducida en grasa o quesos blancos descremados”, explica Cámera. En cuanto al plato principal “lo mejor es elegir carnes magras grilladas o al horno con ensaladas variadas que pueden contener vegetales frescos y frutas (ananá, manzana). Como postre ensalada de frutas”. También es una buena idea “comenzar con un plato de ensaladas. Así se comerá menos cantidad de alimentos hipercalóricos”, aporta Viscovig.
Las soluciones mágicas no existen, ayunar el día del festejo o el anterior acarrea más problemas que beneficios, ya que después se llegará a la cena con un hambre descomunal. Para Cámera “la única compensación valida e inteligente es comer con moderación. Ni los ayunos, ni las comilonas son estrategias saludables”.
En última instancia, se trata de recordar que “el espíritu de las fiestas es llenar el corazón y no el estómago”, como bien señala Cámera.