El pasado 5 de marzo se cumplieron cinco años del fallecimiento del Pastor Omar de Felipe, un hombre que hasta el último día de su vida estuvo frente al Hogar Evangélico Infantil "El Amanecer". Quienes continúan con esta ardua tarea, lo hacen de la misma forma que lo haría él: dando desinteresadamente, y soñando cada vez mas alto.
En esta oportunidad, queremos recordar a este hombre de Dios, compartiéndoles unas palabras escritas por Fabricio de Felipe, su hijo mayor:
“Los hijos de Dios no mueren, se van con Él”. Con estas palabras mi papá cerró lo que sería su último mensaje en la iglesia. Al principio nos enojamos porque nos hacía mal la idea de que se despidiera ya que si bien su enfermedad física estaba muy avanzada, creíamos que el Dios del cual predicaba lo iba a sanar.
Omar de Felipe nació en el lecho de una familia cristiana, y tuvo una infancia tranquila. Estudió en el colegio industrial y se recibió de Técnico Electromecánico. Estando en el colegio secundario, su padre murió repentinamente, hecho que marcaría su vida para siempre.
Tenía una forma de ser muy particular, era muy simpático y muy persistente. Recuerdo cuando a mí y a mi hermana nos contaba cómo había enamorado a nuestra madre y cómo luego de 2 años y medio de intentar, había logrado conquistar el corazón de la mujer que lo acompañaría el resto de su vida.
No era precisamente la persona más paciente con los niños, de hecho trataba de no estar cerca de ellos cuando era joven… Quién diría que su vida iba a cambiar y que la dedicaría al cuidado de una institución de niños.
Al tiempo de casarse con Vilma Weiss, tuvieron su primer hijo llamado Lemuel Omar de Felipe, pero siendo aún un bebé, falleció. Esto fue devastador para mis padres, pero supieron salir adelante.
En el año 1995 asumió la presidencia del Hogar El Amanecer y esta etapa nueva de su vida conllevó un gran cambio en su forma de pensar. Su corazón se llenó de pasión por los más chicos y su tiempo comenzó a invertirlo en hacer del Hogar un lugar digno para los pequeños que menos tenían.
Sin descuidar nuestra familia, se esmeró en hacer del Hogar una casa de segundas oportunidades: dar amor y educación eran sus metas. Esta pasión se proyectó en todo lo que hacía, siempre buscaba la excelencia.
A fines del 2007, le detectaron cáncer de colon y luego de ser intervenido quirúrgicamente, su salud comenzó a deteriorarse, hasta que los médicos dijeron que ya no había nada que hacer. En el transcurso de su enfermedad vimos como su semblante decaía, como su cuerpo sufría, como trataba de disimular el dolor que tenía, y también vimos como sus fuerzas no menguaron, como su espíritu reverdecía, como a pesar de lo que estaba pasando nunca se olvidó de su compromiso con el Hogar, institución que amó y guió hasta su último suspiro.
El 5 de marzo del 2010 el parte médico informó que Omar Ernesto de Felipe había muerto producto de esa enfermedad.
En resumidas palabras, mi papá vivió una vida intensa al servicio de los que necesitaban, y si bien lo hacía por convicción propia, el trató de imitar siempre a Jesús en todo lo que hacía.
Como Hogar nos sentimos orgullosos de haber sido parte de su vida y nos honró con su testimonio que aun en su momento de mayor sufrimiento y dolor, nunca renegó de su Dios y jamás descuidó a la familia del Hogar El Amanecer. Por esto, es que como institución, los días 5 de marzo de cada año lo recordamos como realmente era: un hombre de alegría, amor y con un corazón desprendido, que nunca renegó de quién era y siempre amó a Dios y a los chicos.
Por Fabricio de Felipe.