Culturales
21/05/2015 - 09:33:10



Almacén de cultura infinita


El pasado 12 de mayo María Rosa Filipan recibió el reconocimiento a Mujer Innovadora 2015 en el rubro Promoción a la Cultura. A partir de entonces su nombre se nos hizo familiar a todos: La nicoleña que fue reconocida en el Senado de la Provincia.

Pero lo cierto, es que varios la habían descubierto ya, advirtiendo en ella algo diferente. Tal vez vieron su sonrisa fácil, su espíritu inquieto, sus ideas valientes o su carácter sólido. Y la encontraron en su Almacén.

“Empecé el 1 de mayo del 2010 poniendo libros frente a mi casa. Ese día fue hermoso. Un clima, un día de sol precioso. Empecé a las 9 de la mañana a ubicar todas las cosas junto a mi hijo mayor”, contó María Rosa Filipan recordando el nacimiento del Almacén de Libros, ubicado sobre calle Rivadavia y Paraná de barrio Roberto D´amico.

Su trabajo, desde entonces, no se limita a comercializar. Para ella es un oficio. Es el arte de escuchar a los llegan en busca de un libro que les sea propio y encontrarlo para ellos. Es conocer a una arquitecta que buscaba un libro que le leía su abuela; es hablar con un hombre que nunca pudo viajar y necesitaba tener algo qué contar a sus amigos que habían conocido mundo; es darle un libro sobre la elaboración artesanal del aceite a un familiar de San Martín.

En palabras de Filipan: “Lo más gratificante es lo que conoces de la vida. Porque se te abre la cabeza. Es tanto lo que recibís de las personas que vienen o que te cuentan”.

Pero al parecer, a María Rosa no le gustan las historias con finales, y un día de lluvia del mes de noviembre del 2012, ya no fue su hijo el que la acompañó en la próxima aventura, sino que esta vez fue su vecina y amiga. El objetivo era revitalizar el barrio, entonces le preguntó si se animaba a empezar con una feria y le dijo que sí.

Sobre el origen del nombre contó que (aunque no sepa explicar por qué), asoció la palabra “vereda” con “verbena” y fue suficiente para elegirlo. Y no se equivocó. Alegría y festividad es lo que le sobra a la “Feria de las Veredas”.

“La idea es recuperar el paseo a cielo abierto. A luz del día. Recuperar la calle. Volver al contacto, a la mateada y a la cosa del trabajo manual”, contó. Adriana Pavía y Carolina Fernández fueron las primeras que se sumaron a la iniciativa y tras ellas vinieron otros artesanos, músicos, grupos de teatros y vecinos.

Hoy en día, la “Feria de las Veredas” es una vidriera del arte, de la creatividad. Es un espacio para compartir y conocerse. Y donde la necesidad del otro no es ajena a mí.

“La responsabilidad social no es de las grandes empresas. Es de cada uno”, aseveró María Rosa.

La Feria de las Veredas abre sus puertas sin picaporte, con el cielo de techo. En la calle, frente a la librería donde empezó a pensarse para luego traducirse en hechos.

Siempre creativa, dispuesta a recibir a nuevos artistas. Se promociona desde el Facebook “Almacén de Libros San Nicolás” y se transmite en el boca a boca y los medios.

Es la estación de partida de un viaje a un universo fantástico, pagando por boleto una acción solidaria, un dar de mí para el otro que necesita.

Y eso lo hace inagotable. Infinito. Hasta la próxima partida.

Por Melisa Sabatini.

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