Después de que la OMS advirtiera sobre los perjuicios del consumo de carnes rojas y embutidos saltaron las alarmas.
Cómo equilibrar el gusto sin riesgos.
Nunca más un bife, adiós a la picada entre amigos, sobre todo, los argentinos que nos vanagloriamos de nuestras carnes y tenemos un gran consumo anual. La OMS fue determinante y estos son los alimentos que entran dentro de la condena :
-CARNES ROJAS que se refiere a todos los tipos de carnes de músculo de mamíferos tales como carnes de res, ternera, cerdo, cordero, carnero, caballo y cabra.
-CARNES PROCESADAS que se refiere a carnes que han sido transformadas a través de salazón, curación, fermentación, ahumado u otros procesos para potenciar el sabor o mejorar la conservación. La mayor parte de las carnes procesadas contienen cerdo o ternera, pero también pueden contener otras carnes rojas de aves, vísceras o subproductos cárnicos como sangre.
En cualquier caso, es importante recordar que el riesgo adicional de estos alimentos para una persona es limitado.
Según reconoce incluso la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) en un comunicado, en concreto, calcula que el consumo diario de 50 gramos de carne procesada aumenta el riesgo de cáncer colorrectal en un 18%. Pero ese consumo ha de ser continuo, durante años, para tener ese efecto.
Esto supone que para un individuo el riesgo es pequeño pero aumenta con la cantidad consumida, explica Kurt Straif, responsable del estudio monográfico de la OMS. Dado el alto consumo de este tipo de alimentos en muchos países añadió que “hay un impacto en la incidencia global del cáncer importante para la salud pública”.
Entonces calculemos: ¿cuántas porciones diarias consume de este tipo de productos? ¿dos o tres salchichas por día, tres o cuatro fetas de mortadela ó de salame Milán o jamón, consume una hamburguesa por día? Y si no consume diariamente este tipo de producto: ¿come una o dos porciones de carne de vaca por día?
En cualquiera de estos casos es importante mencionar que la cantidad diaria excesiva de alguno de estos producto sería el problema.
Si en nuestra alimentación semanal incorporamos dos o tres veces carnes rojas en cantidades de no más de 200 gramos bajaríamos muchísimo el riesgo, si reemplazamos la proteína de origen animal por proteína vegetal tales como la soja, las legumbres o el gluten (seitán) no solo bajamos el riesgo de cáncer sino también reducimos riesgos cardiovasculares, ya que bajamos los índices de grasas saturadas y del famoso colesterol.
Si incorporamos pescado dos o tres veces semanales reducimos riesgos cancerígenos y, lo que es más importante, la incorporación de fibra vegetal: verduras y frutas de todo tipo y de época (3 frutas por día y 2 porciones de vegetales) y, al menos, una de esas porciones debe ser cruda. Esto ayudará a limpiar nuestro colon de residuos, lo que contribuye a bajar los riesgos de cáncer.
En un comunicado, la Federación Europea de Asociaciones Cárnicas (CLITRAVI) advierte que “no es un único grupo de alimentos específicos por sí mismo el que define los riesgos asociados con la salud, sino la dieta en su conjunto, junto con algunos otros factores”. De hecho, aseguran que el riesgo relativo de cáncer colorrectal, derivado del consumo de productos cárnicos, es menor que el producido por otros factores de riesgo tales como enfermedades de colon, el índice de masa corporal (IMC), falta de actividad física y el tabaco. Y factores ambientales como el aire exterior e interior, contaminantes, así como contaminantes del suelo y del agua, han mostrado valores de riesgo mucho mayores en diferentes tipos de cáncer.
Como responsable para una alimentación saludable recomendamos, además, regresar a las fuentes de la cocina casera elaborada con métodos sanos y evitando comidas rápidas que contengan este tipo de alimentos en cuestión.
(*) Sandra Villareal es licenciada en nutrición (MP:1138)