Vivimos tiempos de imperativos de éxito y felicidad, si no se cumplen, la depresión es un término que puede nombrar el sufrimiento que aqueja. La respuesta puede ser, no querer saber nada, produciendo sujetos aplastados y hastiados.
No es necesario apelar a cifras estadísticas para advertir la insistencia de la palabra depresión en los tiempos que vivimos.
Cual “bolsa de gatos”, quien quiera referirse a algún tipo de malestar, suele apelar a ella o a algunos términos que se conectan como el aburrimiento, hastío o cansancio.
Aquellos que estamos en función de recibir a quienes padecen de algún sufrimiento anímico, no podemos al escuchar esta queja, significarla unívocamente, ya que allí, pueden encontrarse múltiples variables del mismo.
Si una palabra ha calado tan hondo en lo social como para estar lista para llevar y usarse (el prêt-à-porter de la moda), dice de su eficacia simbólica. Desarrollar este punto va a exceder las posibilidades de este artículo pero me voy a referir a dos ejes posibles.
Por un lado, la función que la depresión o la tristeza cumplen como plagas de la época y por otro lado, el riesgo de hacer de ella, en todos sus casos, una patología psíquica, de modo que ante el primer fenómeno que alguien pueda manifestar, medicalizarla, narcotizarla, silenciando lo que en su oscuro fondo puede estar gritando.
Aquí es indispensable la pericia del analista, ya que será necesario discernir con justeza ante qué tipo de problemática subjetiva nos encontramos.
En los tiempos que corren, estamos bajo el imperativo del éxito y la felicidad, de manera que ante cualquier traspié o falla son connotados como insuficiencia, llevados a cabo por sujetos que se valorizan en menos.
El mercado pone a la venta promesas envasadas en manuales con técnicas u objetos que aseguran su logro, estafa que no tarda en hacer sentir sus consecuencias con el efecto lógico del abatimiento subjetivo. ¿Cómo no soy capaz de lograrlo, si ahí está, “on demand”, a un solo clic? La mayor conectividad nos indica que no se puede perder “el negocio” o “el partenaire” que dé con el perfil. ¿Cómo no sentirnos minusválidos ante el primer encuentro con la realidad de las cosas que golpeará con alguna discordia?
Parecería que no estaría a disposición de los sujetos poder decir un “no quiero” tal cosa o “no de este modo”, que plantearía una posición crítica y que distancia del aplastante imperativo, lo sustituye el “no sirvo”, cayendo en el consabido “me pinta el bajón” o el sujeto es presa del famoso “pánico”.
En un extremo del panorama, se puede llegar a no querer saber más nada con nada, soltando toda responsabilidad subjetiva ante los aprietos que la existencia nos presenta y a modo de cobardía moral, deprimirse.
Estamos en una época no solo de vacas flacas sino de deseos flojos y débiles, todo se pretende al alcance de la mano, como el celular tan difícil de soltar, con nula tolerancia a los tropezones o dificultades.
Toda esta descripción solamente llega a nuestras orejas de analistas a través del lenguaje y de modos retóricos de hablar. Una de esas modalidades se presenta bajo la forma de la negación y en su forma más ejemplar, “no querer saber” o “no tengo nada que ver con lo que me pasa”, presenta a la víctima en el encierro de su posición. También es usada para hacer pasar la ironía al modo de un comentario tal como y con un tono apropiado: “….no se trata de que seas poco inteligente”, “con esto no te estoy diciendo estúpido, no lo vas a pensar, eh…”, y tantos otros ejemplos.
Para todos quienes ejercemos la práctica del psicoanálisis es fundamental instruirnos en todas estas variables que el lenguaje nos presenta ya que es con esto con lo que trabajamos La negación, su función y su lógica, está entre ellas y tanto Freud como Lacan le dieron todo su lugar.
Es nuestra responsabilidad capacitarnos ampliamente en estos puntos.
Entre las actividades que “FREUDIANA. INSTITUCION DE PSICOANALISIS” ha organizado para el presente año en la ciudad de San Nicolás, se encuentra una investigación sobre este tema: Los alcances clínicos de la negación.
Quienes lean esta nota, están invitados a ella así como a las otras prácticas que se desarrollarán en San Nicolás, en Rosario y Buenos Aires.
Nos reuniremos primeros y terceros lunes en El Poeta, Mitre 160 de esta ciudad, a las 20.15
Para más información pueden dirigirse por mail a info@freudiana.com.ar o visitar nuestra página: www.freudiana.com.ar
Por Silvia Conía
Psicoanalista. Directora de Freudiana. Institución de Psicoanálisis