Por el Lic. Sebastián E. ARIAS*
Licenciado en Ciencia Política por la UNR
Profesor Universitario por la UCALP
Caras de desconcierto en mesas de café, preguntas sin respuestas, teléfonos que llaman sin ser nunca atendidos, silencios…un malestar creciente y cada vez menos disimulado se está desarrollando ad intra del gobierno de Cambiemos.
No escapan a ello la estructura nacional ni la provincial, lo que hace pensar a algunos que se trata en efecto de un plan, o al menos de una determinación; lo que no se comprende en las bases son el por qué y el para qué.
La realidad muestra que, aliados que fueron parte activa en la militancia de la campaña para derrotar al kirchnerismo no forman parte del gobierno y empiezan a temer no serlo nunca. Cargan con su frustración y se animan a comentarlo con pocos, en círculos reducidos, temiendo enfadar a quienes deben resolver sobre su situación y que ello los coloque otra vez fuera del reparto de cargos… quizás durante una década más y no tienen ese tiempo. “El PRO sigue sentado sobre los cargos” se escucha decir con resignación y bronca a dirigentes de Cambiemos, frase que toma cuerpo al observar que los nombramientos de índole político están frenados sin mayores explicaciones. Organismos descentralizados sin nuevas conducciones, todo esto ha llevado al desconcierto de propios y extraños…
Un gobierno es realmente tal, en tanto logre que las instituciones que lo integran se conviertan en facilitadores, articuladores, realizadores, ejecutores, etc. de las directivas por el emanadas. Allí es donde se hace necesario eso que Woodrow Wilson denominaba el “brazo ejecutor del Estado”, la administración pública. Sin administración no hay gobierno y es por lo tanto de suma importancia contar con una burocracia que responda a las tareas que le son indicadas y demarcadas por el poder ejecutivo, que es quien establece lo que debe hacerse.
Esta dilación innecesaria, no sólo genera malestar entre quienes tenían la expectativa de ocupar dichos cargos; sino que también expone al propio gobierno al dejar una parte importante de la ejecución o implementación de sus decisiones en manos de quienes hasta hace unos meses eran los adversarios del “vamos por todo”. Este es un peligro que Cambiemos parece no ver y del que se están haciendo eco sus opositores.
No es novedad que en algunas oficinas ya se están dilatando los tiempos en los que se da respuesta a las demanda de los usuarios, así el ciudadano puede ver que ya las cosas no tienen la celeridad que tenían antes o que hay un cierto “vacío de poder”, al no tener quien resuelva en esa dependencia… Allí también se está haciendo política, quizás micropolítica, la que por pequeña no debe subestimarse pues en definitiva es la que tiene contacto directo con el ciudadano.
El Frente para la Victoria dejó el poder en diciembre pasado, pero quedó una importante herencia de nuevos empleados públicos de los cuáles pocos, quizás ninguno, haya ingresado a la función por concurso de oposición y antecedentes. Es decir que existe en el aparato burocrático del Estado una enorme cantidad de funcionarios que accedieron al empleo por poseer una “actitud militante”, eso no significa que deban ser desplazados ni hostigados por pertenecer a una determinada filiación política; pero esa misma y explícitamente manifiesta condición de militantes debe hacer considerar al gobierno actual acerca de la importancia que tiene para su gestión el estar presente en las distintas reparticiones públicas con conductores y funcionarios afines a su causa y comprometidos con el profesionalismo de la administración.
No puede descartarse que parte de esos cargos denominados políticos sean actualmente materia de negociación. No ya entre referentes del mismo Cambiemos, sino entre el PRO y dirigentes del peronismo, el Frente Renovador y el sindicalismo a quienes tanto desde la Rosada, como desde La Plata se intenta mantener a raya, apaciguar en el espíritu confrontativo o tentarlos a que llanamente peguen el salto a las huestes oficialistas.
Esta situación de búsqueda de nuevos aliados debe hacerse en un marco de delicado equilibrio, pues el gobierno no posee aún la fortaleza suficiente como para desprenderse de parte de ese arco de partidos y movimiento sociales que lo apoyó para llegar al poder. La situación económico social dejada por el kirchnerismo es lo bastante compleja como para que el gobierno se genere estos innecesarios malestares internos y ceda terreno y recursos a quienes, desde el mismo 10 de diciembre ya están pensando en el retorno.