Recientemente festejamos los 25 años del regreso de la Democracia a nuestro País, luego de una prolongada dictadura militar.
Hemos coincidido los argentinos en una razón muy positiva para estar de acuerdo: el sostenimiento en el tiempo de un estado democrático y el pleno ejercicio de las libertades.
Y ahora que hemos consolidado este ejercicio democrático en la política, tenemos que pasar a una nueva etapa en el orden político que nos permita encauzar al País en un rumbo cierto, previsible y estable.
El primer paso debe ser el sinceramiento de la política con ese rumbo del País, pues no es sostenible un esquema coyuntural basado en prerrogativas personales para mantenerse en el poder, que con cada vez más frecuencia nos sumergen en profundos fracasos que pagamos todos los argentinos.
Hemos vivido en estos 25 años la hiperinflación, el plan bonex, las privatizaciones, el corralito, el corralón, la devaluación, el canje, el mega-canje, y ahora la re-estatización, entre otras situaciones.
En función de la “caja” del Estado y de las necesidades electorales de los gobiernos se ha echado manos a la confiscación de los más variados tipos de recursos; hoy les toca a las A.F.J.P. y a sus aportantes.
No escapa al conocimiento y a la intuición de nadie que es la necesidad fiscal del gobierno la que determinó esta medida, y que muy lejos se encuentra de brindar solución alguna a la clase pasiva argentina, que ya demasiadas complicaciones tiene dentro del sistema de reparto.
Este gobierno, como otros, frente a una desesperante situación fiscal –generada por sus propias políticas- recurre a procedimientos confiscatorios.
Ahora bien, cabe preguntarse si los recursos que se pretenden confiscar, se aplicarán a un programa que permita al País atravesar la actual crisis internacional y proyectarse hacia el futuro con prosperidad; y la respuesta es NO.
Tampoco será destino de estos recursos el incremento de los haberes jubilatorios.
Los fondos que obtenga el gobierno van a ser aplicados a las prácticas electoralistas que todos conocemos, porque es a lo que nos tienen acostumbrados.
El reto como ciudadanos comprometidos con el régimen democrático, para consolidar un País previsible en el largo plazo, con crecimiento que retribuya en calidad de vida a todos los argentinos, y que no repita esta historia de confiscaciones periódicas, es decirle basta a estos métodos políticos recurrentes, que gobierno tras gobierno reciclan los mismos personajes responsables de todos los fracasos.