El autismo es una discapacidad permanente del desarrollo que se manifiesta en los tres primeros años de edad. La tasa del autismo en todas las regiones del mundo es alta y tiene un terrible impacto en los niños, sus familias, las comunidades y la sociedad.
Uno de los rasgos distintivos del autismo es la escasa interacción social. A menudo, son los padres los primeros en advertir síntomas de autismo en sus hijos. Cuando a un bebé no le gusta que lo abracen o no mira a los ojos cuando lo miran a él, o cuando no responde a las expresiones de cariño, a las caricias o a las sonrisas, debería ser un motivo de alarma para los padres.
Muchos niños autistas no demuestran preferencia por sus padres sobre otros adultos y no pueden desarrollar una amistad con otros niños. Los niños autistas pueden no responder a su nombre (dando la impresión de que no escuchan) y suelen no sostener la mirada de las personas que los rodean. Tienen dificultades para compartir intereses. Asimismo, tienen dificultades para interpretar lo que otros están pensando o sintiendo ya que muchas veces no prestan atención a las expresiones y los gestos de otras personas.
Muchos niños autistas efectúan movimientos repetitivos como mecerse o retorcerse, o tienen conductas como morderse o golpearse la cabeza. También tienden a empezar a hablar más tarde que otros niños y puede que se refieran a ellos mismos por su nombre o en tercera persona en vez de “yo.” Los niños autistas juegan de forma interactiva con otros niños, sino que suelen establecer un juego solitario. Muchos niños con autismo tienen una baja sensibilidad al dolor o la temperatura pero son especialmente sensibles a ciertos sonidos, a ciertas texturas, a ciertos olores, u otros estímulos sensoriales.
Es importante que si los padres detectan algunos de los síntomas enumerados a continuación, consulten con un psiquiatra infanto juvenil para que pueda evaluar al niño lo antes posible:
El bebé no sonríe en respuesta a una cara sonriente
El bebé no mira a los ojos
El bebé no acompaña con ningún movimiento del cuerpo cuando se lo levanta
El niño no responde a su nombre y resulta difícil conseguir su atención
No señala con el dedo para pedir algo, sino que más bien lleva a las personas hasta el lugar donde está el objeto
No encuentra placer en compartir intereses con los padres (por ejemplo, señalarles un objeto que le gusta y disfrutar del interés compartido)
Tiene dificultades para buscar consuelo y ofrecer consuelo
No muestra interés por otros niños y tiene dificultades para hacerse amigos
No juega simulando imitar conductas sociales (Ej. jugar a servir el té)
No parece atender a las normas sociales
Habla más su propio lenguaje (a veces no entendible) que con palabras comunes (mamá, papá, etc.), o repite reiteradamente palabras o frases que escuchó
Cuando habla (ya que estos niños generalmente adquieren el lenguaje más tardíamente que otros niños), tiene una forma de hablar inusual, como si fuera mecánica, o siempre en un mismo tono, o con volúmenes inusuales
Tiene dificultades para iniciar o mantener una conversación con otros
Le cuesta usar el lenguaje con fin comunicativo
Pasa mucho tiempo mirando objetos, luces en movimiento, o sus propias manos
Se tapa los oídos cuando hay algunos sonidos o cuando hay mucha gente
A veces, cuando se lastima o golpea, pareciera que no siente dolor
Efectúa movimientos repetitivos como balancearse con el cuerpo, aletear con las manos, o saltar
Muestra interés excesivo en partes de objetos (Ej. ruedas de autitos)
Tiene buena relación con los objetos, a veces puede pasarse horas haciéndolos girar
Necesita que las cosas estén siempre iguales
Se enoja si le cambian las rutinas, los recorridos, el orden de los objetos
Cambia bruscamente de humor sin razón aparente, puede presentar berrinches sin motivo aparente
Tiene muy buena memoria
Tiene buena capacidad para armar rompecabezas