Hoy se conmemora el día del colectivo. Compartimos una pequeña reseña del suceso que se conmemora este 24 de septiembre:
“En 1928, los taxis de Buenos Aires comenzaban a sentir la falta de pasajeros y en un cafetín de Carrasco y Rivadavia (hay quien dice que fue en la esquina de Rivadavia y Lacarra), se reunían a pasar el mal rato un grupo de taxistas cansados de tanto infortunio.
Entre los cabecillas de aquellas tertulias figuraban José García Gálvez, español naturalizado argentino y ex chofer de Jorge Newbery; Rogelio Fernández, quien años después correría en TC, Pedro Etchegaray; Manuel Pazos: Felipe Quintana; Antonio González y Lorenzo Porte.
A quién se le ocurrió la idea de poner en práctica el “taxi colectivo”, no se sabe, probablemente surgió entre todos. El hecho es que el 24 de septiembre de 1928 en la misma esquina donde se juntaban, comenzaron a ofrecer a los gritos un viaje hasta Caballito por 20 centavos (la quinta parte de lo que hubiera costado en taxi), o a Flores por sólo 10. En esto también hay opiniones encontradas.
Algunos estudiosos del tema aseguran que los viajes ofrecidos eran a Plaza Once por 10 centavos, y como el negocio fructificó se extendieron hasta Plaza de Mayo por 20 centavos, la cuestión es que la gente se animó y comenzó a subir.
Para brindar mayor comodidad, ampliaron la capacidad de los coches y llevaban un pasajero junto al conductor y cuatro en la parte de atrás.
Cuentan que aquel día de primavera, a las 8.30, partió hacia Primera Junta el primer colectivo de la historia.
Dado el éxito de la iniciativa, muchos comenzaron a ponerla en práctica. Inclusive, surgió una segunda línea que llegaba hasta Plaza de Mayo y que comenzó a rivalizar con la primera, a tal nivel que se registraron violentos encontronazos; pero luego terminaron fusionándose.
Desde su nacimiento afrontó inconvenientes de todo tipo: ofensivas de los tranvías que lo acusaban de competencia desleal, impuestos especiales y hasta expropiaciones. Pero no se puede negar que el invento ganó la batalla y se popularizó.
Este invento argentino llegó a Uruguay, Paraguay, Brasil y, lentamente, a otras ciudades del mundo.
Con el tiempo, el vehículo creció. Fue pintado con alegres colores, inscribió en sus costados el nombre de su empresa fileteado, de cobrarse el boleto al descender se pasó a pagar al comienzo del recorrido y hoy, con unidades cada vez más modernas, con “maquinitas” que sólo aceptan la tarjeta SUBE, el colectivo sigue andando por nuestras calles…”