Por Nicolás Pastocchi
Son tiempos donde la pelota viene siendo maltratada. Torneos eternos, estrepitosas decisiones arbitrales, agresiones de hinchas, peleas dirigenciales, entre algunos otros, son en su gran mayoría los temas de los que se hablan cuando mencionamos al fútbol. Por eso, vale mucho contar la historia de Thiago.
El sábado pasado, mientras se realizaba la jornada de inferiores entre Los Andes y Argentino Oeste en Villa Ramallo, Luis Encina técnico de la Sexta del equipo de la Estación, antes del comienzo del partido, le comunica a Marcelo Verón, entrenador del Tucura, que tenía un chico en inclusión, que iba a ingresar en el segundo tiempo. Verón le respondió que no había inconvenientes en que juegue sin que salga ningún compañero, pero el “Topo” Encina decidió que sea como marca el reglamento y que lo haga por un compañero.
El partido, entre chicos nacidos en 2008, se disputaba con normalidad, con Los Andes ganando 1 a 0, hasta que se dio el ingreso de Thiago. Unos pocos minutos después, recibió un pase de un compañero dentro del área y su toque sutil de derecha se metió suavecito contra el palo para transformarse en el 1 a 1, aunque a esa altura el resultado no le interesaba a nadie.
La cara de Thiago era lo que miraban todos, lo que emocionó a propios y extraños. El abrazo de gol con cada compañero y el “Gracias Profe” de Thiago hacia su entrenador fue lo que rebalsó la tarde de sonrisas. De hecho, fue Marcelo Verón quien se encargó de contar la historia en redes y le pidió una foto luego del encuentro.
Thiago es un nene amante al fútbol, que gracias al apoyo de sus amigos y a la oportunidad que le dieron en Argentino Oeste, pudo sentir lo que es ser jugador. Y con el gol convertido, se llevó un recuerdo para toda la vida, regalándole a todos los presentes un momento que pocas cosas como el deporte pueden igual. En este caso fue de la mano de la pelota de fútbol. Si, el fútbol que incluye a todos.
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