Judiciales
22/12/2023 - 13:14:39



Columna: “Un niño en la Unidad Penal”


Por Dr. Pablo Prati

Todos los años en el mes de agosto se celebra el día del niño, en sus vísperas fui a la Unidad Penal III a entrevistar a quien acusaban de haber cometido un crimen que, por sus características crueles, brutales y despiadadas hacían que mi cuerpo involuntariamente estuviese en alerta.

Luego de los controles propios de seguridad, me encontré en el interior de ese mundo infausto, donde nadie quiere pertenecer, ni permanecer.

Ruidos de metal contra metal, puertas que se corren pesadamente, rejas que se interponen entre quienes esperan un familiar, a su abogado o la libertad.

Sentí ansiedad por verle el rostro al criminal. Deberían traerlo esposado y acompañado por fornidos guardiacárceles atentos a un estudiado intento de fuga o ataque.

Juan Matías Castañares apareció frente a mis ojos. Pero antes cuento la historia que me llevó a conocerlo…

El quince de febrero de 2022 en la calma y apacible localidad de Erézcano, entre las 8,30 y 9 am en la zona rural “ en el camino del ombú” los octogenarios hermanos Ramón y Roberto Bosch fueron asaltados por una persona cubierta con un barbijo, empuñando como arma un palo de madera “ una gruesa rama de árbol de mora” según los dichos de Ramón Bosch, sobreviviente del feroz ataque.

Fueron brutalmente golpeados una y otra vez. Precintados de manos y pies por su agresor, Roberto intentó una frustrada resistencia, provocando que el atacante lo golpeara con saña y salvajemente con el palo y un hacha. Los múltiples y letales golpes provocaron su deceso a los pocos minutos, quedando su hermano Ramón tirado debajo de una mesa sin poder ayudarlo… ni despedirlo.

El asesino cargó con los $200.000 que el día anterior ambos hermanos habían retirado de la Cooperativa, se llevó además una escopeta y el celular de los Bosch.

Pasadas las 18 hs., un vecino alertado de no ver movimientos en la finca los halla, gravemente herido a uno, muerto el otro.

La noticia se propagó por los medios locales, regionales y nacionales. El salvaje crimen no podía quedar impune y así se lo hicieron saber los vecinos de las comunidades de Erézcano, Conesa, Gral. Rojo, Guerrico y Campos Salles, a quienes debían velar por su seguridad.

El operativo policial/judicial encontró en 48 hs., a quién responsabilizar.

Juan Matías salía de comprar estampitas en un comercio de San Nicolás, para venderlas a voluntad a transeúntes caminaba despreocupado con su termo de River, su cepillo limpia vidrios, y pelotitas de tenis gastadas para hacer malabares indispensables para ganarse la vida.

Fue en ese momento cuando fue detenido por la policía. Su foto fue publicada en portales de noticias en forma inmediata, el crimen rápidamente parecía resuelto.

Juan Matías Castañares, es analfabeto, vive en situación de calle, tiene un retraso mental moderado. Durante el embarazo de su madre intentó suicidarse, ya que tenía padecimientos psiquiátricos.

Juan Matías por su condición en su salud mental vivió desde los 9 años hasta los 21 en el Cotolengo Don Orione de la localidad de General Lagos. En ese lugar fue víctima de hechos aberrantes, hoy su victimario cumple una condena.

Vive en un cuerpo adulto con la mente de un niño. Es inquieto, curioso, ríe cuando algo le da vergüenza y su cara se ilumina de felicidad cuando recuerda a su perro Roco y su gato Felipe a los que encontró abandonados en un contenedor. Me contó que se encargó de desparasitarlos.

También que se anotó solo en una escuela nocturna en Pergamino, esa que queda cruzando la plaza grande, pero aún no aprendió a leer.

A su nombre puede deletreado con cierta dificultad, y lo escribe de esta manera: MATÁIAS.

Cuando tiene mucha hambre y no tiene dinero para comprar pan, con su gomera caza palomas y las cocina y acompaña con cebollas. Prende fuego con unas ramitas y de su mochi saca una sartén. Su menú lo comparte con Roco.

Me dijo que él no hizo nada malo. Que le gusta limpiar vidrios, que en una panadería le dan facturas por su trabajo y muy orgulloso cuenta que un Sr. en Pergamino le permite lavar su camioneta, que ya aprendió a pasarle silicona al plástico negro, y que ese señor le pagó con un jeans usado a cambio de lavársela.

Un año, diez meses y dos días estuvo preso. Llevado a juicio pidieron que cumpla prisión perpetua.

No fue el autor. Los tres jueces que analizaron la prueba (Dres. María Elena Baquedano, Alejandro López y Anselmo González) declararon su inocencia.

Juan Matías no entendía qué significaba esa palabra, solo cuando se le explicó que se iba a ir a su casa explotó de alegría. Gritó que volvería a tomar mate con su hermana Soledad, y a limpiar vidrios.

Los jueces ordenaron seguir investigando quién cometió el crimen. Bajo ningún concepto debe quedar impune.

Matías hoy es libre, hace malabares con sus pelotitas gastadas y juega con sus mascotas.

Eran las vísperas del día del niño cuando lo vi, recuerdo que no apareció el criminal fiero y amenazante que imagine, al contrario, vi un niño en un cuerpo adulto.

En ese lugar frío, hostil, de personas desconocidas, y miradas torvas, ajeno a eso, con su cara pintada y camisa divertida, Juan Matías se presentó disfrazado de payaso, me contó que entretenía a los niños que iban a ver a sus padres privados de libertad.

Pienso ahora que Juan Matías ese día se divertía como ellos, ya que su mente sigue siendo la de un niño.

Volver