Recuerdo de una noche en el Viejo Almacén en Capital cuando el Grupo Disámara, poetas de San Nicolás, recitó en ese templo del tango y sin darse cuenta se subió al escenario Hernán Oliva, uno de los grandes del jazz y el Hugo “Oso” Giménez. Les quedaron las manos coloradas a los porteños de aplaudir tanta música desparramada por el escenario. Y hasta el hijo de Edmundo Rivero se quedó quietito sin poder más que agradecer y eso que él tenía cancha de anfitrión y encima jugaba de local.
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